La Iglesia Prioral de El Puerto

La Iglesia Prioral de El Puerto
La Iglesia Prioral de El Puerto

jueves, 22 de enero de 2015

La boda de Lola

Nos hemos mudado a una enorme y hermosa casa-palacio, y lo único que quiero hacer es compartirla con todo el mundo.  Caminando a través de las calles de El Puerto, tenía ya muchas ganas de saber qué existe detrás de los muros grandes y blancos que bordean las aceras.  De vez en cuando se vislumbra levemente un patio interior cubierto de plantas y flores, el techo abierto al cielo.  Pero muy pocas veces tienes la oportunidad de estar invitado a ver estas maravillas.   Ahora estamos viviendo en una.

¿Qué hay detrás de este muro?
¡Detrás de esto vivimos nosotros!

Cuando Lola me dijo que iba a casarse y tenía problemas para encontrar un lugar para la boda y fiesta, mi primer impulso fue ofrecer nuestro palacio.  Lola es mi profesora de flamenco, una guapa e ingeniosa mujer con pelo oscuro y lengua mordaz quien parece gitana, y baila con una gracia que yo solamente podria soñar tener.  Su clase cuenta doble, porque estoy aprendiendo a bailar bulerías al mismo tiempo que estoy aprendiendo a entender Andaluz.  Pero es difícil para mí por la charla constante que se une a los quejíos de la música flamenca durante nuestros ejercicios de muñecas y brazos; incluso después de 18 meses de clase con Lola, normalmente solo puedo seguir más o menos la conversación.

La estrella con sus alumnas

Son las palabras y expresiones las que me confunden.  “Guasa” me parece a mí una palabra de la aplicación WhatsApp para los móviles, pero significa molestia o atrevimiento o gracia, depende del contexto.   Necesité pensar más de un mes para descodificar la palabra “cho-cho;”  entendí perfectamente que significa algo tierno y amistoso, una expresión de cariño, pero cada vez que Lola me llamaba “cho-cho,” mis compañeras se reían a carcajadas.  Al final resultó que “cho-cho” significa “little pussy  (gatito pequeño, y no estamos hablando de un gato de verdad).  

Siempre de cachondeo

Lola no siente la necesidad de disculparse: 
—Soy como soy, y todo el mundo entiende como soy— dice ella.  —Digo lo que pienso, asi es como soy.  ¡Pero quiero mucho a mis alumnas!—  Cuando un amigo de ella entró en el estudio, y ella lo saludó con una sonrisa y un grito:  —Aayyyy, Piiiiiicha! — me di cuenta de que ella me quiere también igual a mí.

Unas de las queridas alumnas de Lola 

Pues Lola necesitaba un lugar para su boda.  El Hotel Monasterio, justo a lado de mi casa, ya estaba reservado, aunque ella logró reservar el salón de actos para celebrar el matrimonio a las 12:00.  Después de decidirse a hacer el almuerzo en El Cortijo, una bodega en nuestro vecindario, me preguntó si podría hacer la fiesta en nuestro palacio.    
—¡Claro!— dije, y Todd estaba de acuerdo.

La boda formal con el alcalde

¡Y vaya boda tuvimos!  Solamente Lola era capaz de hacer algo tan estrambótico.  Al principio Lola dijo que quería nada más que casarse en el Ayuntamiento tranquilmente sin parafernalia.   Pero sus amigas la convencieron para hacer un almuerzo al menos, y rápidamente lo transformó en un evento a gran escala.  Lola es todo un espectáculo, con una presencia natural en el escenario:  Para su entrada en el Hotel Monasterio por la calle principal de El Puerto,  ella no quería coche ni carruaje.  Para ella, ¡una tricicleta adornada con globos!

Entrada estrambótica

Su bonito traje fue hecho por su amiga y alumna Maria del Mar, una bellísima pieza de arte inspirada en el flamenco, como no podía ser de otra manera.  El alcalde de El Puerto vino al Hotel Monasterio para oficiar la boda,  y al final Lola se puso de pie y cantó una bulería para él, bailando con el alcalde por todo el  escenario.  ¡Él parecía muy sorprendido!


¡Que traje tan bonito!

En El Cortijo, Lola y su nuevo marido Francisco (Fran) entraron tirando confeti azul y amarillo, para honrar a Cádiz, el lugar de nacimiento de Lola.  (Ella, después de todo, es conocida como “Lola de Cai,” “Cai” es “Cádiz” en andaluz.)  Ellos cantaron el himno de Cádiz con todo el mundo cantando con ellos. 

La gran entrada cantando por Cai

¡Los que cantan juntos, se quedan juntos!
Después de un almuerzo largo y delicioso, fuimos a nuestro palacio a las 17:30.  Y allí fue donde empezó la verdadera fiesta.  Cada clase Lola nos canta para practicar las bulerías.  La fiesta estaba llena con su familia, pero también con sus alumnas.  Por eso, era muy natural que, después de servir los Gin-Tonics, empezamos a bailar. 

La Lola en acción

Lupe sabe bailar

¡Celia vaya tela!

Los hombres bailan también

¡Todos bailan hasta las americanas!

¡Y vaya si lo hicimos, ronda tras ronda!  Lola estaba en su mejor momento con su traje flamenco espectacular, y el público era muy receptivo.  El tiempo cooperó en la mayor parte, llovió solamente desde las 2 de la madrugada hasta el final de la fiesta.  Mientras los invitados se despidieron y la música se volvió mas tranquila, Fran salió para recoger el coche, y Lola y yo nos quedamos en la entrada de nuestro palacio, el bebé Gonzalo profundamente dormido en sus brazos.  —¿Te ha gustado?— me preguntó, ya sabiendo la respuesta.  —Claro que si!— contesté, y nos reimos las dos juntas contando los detalles del día, desde mi preocupación por que tuviera que mandar a Tia y Sasha con Lola en tricicleta para empujarla en los bordillos, hasta la sorpresa del alcalde cuando tuvo que bailar por todo el escenario, pasando por las actuaciones de todas las alumnas esta noche bailando bulerías. 

Juegos con confeti

Mientras cerraba la puerta tras Lola y Fran, un agotado Gonzalo arropado en su silla de bebé, de nuevo sentía otra ola de agradecimiento hacia Lola y Fran y hacia España en general por hacerme un lugar en sus vidas.  Es otro motivo más para estar tan enamorada de España, y…  ¡puede ser  que nunca regrese a California!   (Broma.  Más o menos.)

¡Óle tu, Lola!