Nos hemos mudado a una enorme y hermosa casa-palacio, y lo único que
quiero hacer es compartirla con todo el mundo.
Caminando a través de las calles de El Puerto, tenía ya muchas ganas de
saber qué existe detrás de los muros grandes y blancos que bordean las
aceras. De vez en cuando se vislumbra
levemente un patio interior cubierto de plantas y flores, el techo abierto al
cielo. Pero muy pocas veces tienes la
oportunidad de estar invitado a ver estas maravillas. Ahora
estamos viviendo en una.
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¿Qué hay detrás de este muro? |
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¡Detrás de esto vivimos nosotros! |
Cuando Lola me dijo que iba a casarse y tenía problemas para encontrar
un lugar para la boda y fiesta, mi primer impulso fue ofrecer nuestro
palacio. Lola es mi profesora de
flamenco, una guapa e ingeniosa mujer con pelo oscuro y lengua mordaz quien parece gitana, y baila con una gracia que yo solamente podria soñar tener. Su clase cuenta doble, porque estoy
aprendiendo a bailar bulerías al mismo tiempo que estoy aprendiendo a entender
Andaluz. Pero es difícil para mí por la
charla constante que se une a los quejíos de la música flamenca durante
nuestros ejercicios de muñecas y brazos; incluso después de 18 meses de clase con
Lola, normalmente solo puedo seguir más o menos la conversación.
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La estrella con sus alumnas |
Son las palabras y expresiones las que me confunden. “Guasa” me parece a mí una palabra de la
aplicación WhatsApp para los móviles, pero significa molestia o atrevimiento o
gracia, depende del contexto. Necesité
pensar más de un mes para descodificar la palabra “cho-cho;” entendí perfectamente que significa algo
tierno y amistoso, una expresión de cariño, pero cada vez que Lola me llamaba
“cho-cho,” mis compañeras se reían a carcajadas. Al final resultó que “cho-cho” significa “little pussy” (gatito pequeño, y no estamos hablando de un
gato de verdad).
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Siempre de cachondeo |
Lola no siente la
necesidad de disculparse:
—Soy como soy, y todo el mundo entiende como soy— dice ella. —Digo lo que pienso, asi es como soy. ¡Pero quiero mucho a mis alumnas!— Cuando un amigo de ella entró en el estudio,
y ella lo saludó con una sonrisa y un grito:
—Aayyyy, Piiiiiicha! — me di cuenta de que ella me quiere también igual
a mí.
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Unas de las queridas alumnas de Lola |
Pues Lola necesitaba un lugar para su boda. El Hotel Monasterio, justo a lado de mi casa,
ya estaba reservado, aunque ella logró reservar el salón de actos para celebrar
el matrimonio a las 12:00. Después de
decidirse a hacer el almuerzo en El Cortijo, una bodega en nuestro vecindario,
me preguntó si podría hacer la fiesta en nuestro palacio.
—¡Claro!— dije, y Todd estaba de
acuerdo.
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La boda formal con el alcalde |
¡Y vaya boda tuvimos! Solamente
Lola era capaz de hacer algo tan estrambótico.
Al principio Lola dijo que quería nada más que casarse en el
Ayuntamiento tranquilmente sin parafernalia.
Pero sus amigas la convencieron para hacer un almuerzo al menos, y
rápidamente lo transformó en un evento a gran escala. Lola es todo un espectáculo, con una
presencia natural en el escenario: Para
su entrada en el Hotel Monasterio por la calle principal de El Puerto, ella no quería coche ni carruaje. Para ella, ¡una tricicleta adornada con
globos!
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Entrada estrambótica |
Su bonito traje fue hecho por su amiga y alumna Maria del Mar, una
bellísima pieza de arte inspirada en el flamenco, como no podía ser de otra
manera. El alcalde de El Puerto vino al
Hotel Monasterio para oficiar la boda, y
al final Lola se puso de pie y cantó una bulería para él, bailando con el
alcalde por todo el escenario. ¡Él parecía muy sorprendido!
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¡Que traje tan bonito! |
En El Cortijo, Lola y su nuevo marido Francisco (Fran) entraron
tirando confeti azul y amarillo, para honrar a Cádiz, el lugar de nacimiento de
Lola. (Ella, después de todo, es
conocida como “Lola de Cai,” “Cai” es “Cádiz” en andaluz.) Ellos cantaron el himno de Cádiz con todo el
mundo cantando con ellos.
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La gran entrada cantando por Cai |
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¡Los que cantan juntos, se quedan juntos! |
Después de un almuerzo largo y delicioso, fuimos a nuestro palacio a
las 17:30. Y allí fue donde empezó la
verdadera fiesta. Cada clase Lola nos
canta para practicar las bulerías. La
fiesta estaba llena con su familia, pero también con sus alumnas. Por eso, era muy natural que, después de
servir los Gin-Tonics, empezamos a bailar.
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La Lola en acción |
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Lupe sabe bailar |
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¡Celia vaya tela! |
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Los hombres bailan también |
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¡Todos bailan hasta las americanas! |
¡Y vaya si lo hicimos, ronda tras ronda! Lola estaba en su mejor momento con su traje flamenco
espectacular, y el público era muy receptivo.
El tiempo cooperó en la mayor parte, llovió solamente desde las 2 de la
madrugada hasta el final de la fiesta.
Mientras los invitados se despidieron y la música se volvió mas
tranquila, Fran salió para recoger el coche, y Lola y yo nos quedamos en la
entrada de nuestro palacio, el bebé Gonzalo profundamente dormido en sus
brazos. —¿Te ha gustado?— me preguntó,
ya sabiendo la respuesta. —Claro que
si!— contesté, y nos reimos las dos juntas contando los detalles del día, desde
mi preocupación por que tuviera que mandar a Tia y Sasha con Lola en tricicleta
para empujarla en los bordillos, hasta la sorpresa del alcalde cuando tuvo que
bailar por todo el escenario, pasando por las actuaciones de todas las alumnas
esta noche bailando bulerías.
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Juegos con confeti |
Mientras cerraba la puerta tras Lola y Fran, un agotado Gonzalo
arropado en su silla de bebé, de nuevo sentía otra ola de agradecimiento hacia
Lola y Fran y hacia España en general por hacerme un lugar en sus vidas. Es otro motivo más para estar tan enamorada
de España, y… ¡puede ser que nunca regrese a California! (Broma.
Más o menos.)
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¡Óle tu, Lola! |