La Iglesia Prioral de El Puerto

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sábado, 30 de abril de 2016

Buscando a Robert Lusser

Primavera: ¡Temporada de las ferias!

Érase una vez una presentadora de las noticias en Los Angeles, California, mi hermana Suzanne —era posible verla en las vallas publicitarias, su cara al menos 7 metros de un lado a otro, cuando cruzaba la ciudad para visitarla desde San Diego, donde vivíamos.  Quiere decir, hasta que fue despedida (esto pasa mucho en este negocio) y se decidió a hacerse escritora.  (Su escritura es muy bonita, aquí está el artículo de  la revista de Oprah para comprobarlo, ¡aunque está escrito en inglés.)  

Mi super-presentadora-woman sister

Actualmente trabaja en un proyecto que trata de mi abuelo, Robert Lusser.  Él era un genio autoproclamado, uno de los primeros pilotos a principios de la edad de los aviones, inventor, y el científico quien ha perfeccionado el V-1, la bomba de mala fama que Hitler mandó a Londres para destruirla.  

Los americanos le habían traído a California para trabajar con las investigaciones de armas y cohetes

Entonces cuando ella me escribió un email, diciendo que iba a volar desde LA hasta Alemania para un viaje relámpago siguiendo los pasos de nuestro abuelo Robert Lusser para su próximo proyecto, y me preguntó si me gustaría acompañarla, me aferré a esa oportunidad.  Primero, mi hermana es divertida, y viajamos bien juntas.  Segundo, todavía sigo editando la memoria de mi madre que habla sobre su niñez en Alemania devastada por la guerra.  Tercero, era una oportunidad para viajar rápido a través de mi segunda patria y conocer a varios parientes que todavía no conocía.  Cuarto, a mi me encanta planear cosas, viajes, fiestas, almuerzos, excursiones, lo que sea—habría tenido que ser una agente de bodas.  Entonces conspiré para poner las fechas del viaje entre la fiesta pre-feria enorme que tuvimos en casa y las ferias de El Puerto y Rota.  

¡Ole viva la feria!

Llegué tarde por la noche a Frankfort, donde mi tío Mohsen me recogió para ir a Giessen donde vive con mi tía Melinda.  Melinda es la hija menor de Robert Lusser, solo  6 años mayor que yo.  Mi abuelo tuvo hijos de dos matrimonios, la primera camada (como dice mi tía Heide) con 5 hijos, y la segunda con 4 más.  Esto causaba un fenómeno muy extraño, porque ¡Melinda actualmente es más joven que algunos de sus sobrinos! 

Mi tía Melinda y prima Elina

Suzi llegó al día siguiente para el almuerzo, afrontando valientemente el jet-lag, y salimos para Kassel, donde vivió la famila Lusser desde 1941 hasta 1944.  Encontramos Terrasse 28, donde mi madre se había escondido en el sótano durante los constantes bombardeos.  

Terasse 28, Kassel, ya reconstruido

Terasse 28, antes del bombardeo

Tocando todos los timbres del edificio (que ahora es varios apartamentos), a una de las vecinas, Anke, por fin le dio pena y nos dejó entrar.  Anduvimos por el sótano, la única parte del edifico que sobrevivió al bombardeo de fósforo que al final forzó a mis abuelos a dejar Kassel.  

Compartiendo fotos de Terasse 28 con Anke

Contamos a Anke como mi tía Dorle, en medio de las llamas y paredes derribándose, mientras que sus padres frenéticamente salvaban lo que podían, corrió a su piano, con el corazón roto por perder este precioso instrumento.  En la calle alrededor de los vecinos y las pocas pertenencias, mis abuelos de repente oyeron la música de Beethoven, la Sonata Luz de Luna a través de el crujir del fósforo.  Mi abuelo volvió corriendo a la casa y la agarró justo cuando cayó el piso de arriba, pero lograron salir con vida. 

Sotano y antiguamente un refugio antiaéreo

Desde Kassel hicimos un desvío a Göttingen para ver a mi prima Sophie, quien está estudiando psicología allá (es la hija de mi tío Hans de la segunda camada), y después salimos para Dora-Mittelbau para coger por los pelos la visita gratis a las 14:00. 

Zona de peligro, ¡Stop! ¡Se dispara sin aviso!

Solo sabía que Dora era un KZ (para campo de KonZentración).  Pronto descubrí que había unos túneles impopulares donde construyeron los Nazis sus desesperadas armas de venganza en los últimos meses de la segunda guerra mundial.  

La entrada a Dora-Mittelbau, actualmente un tranquilo marco pastoral
Dora era un campo de concentración donde los prisioneros de Rusia, Francia, y Polonia (con unos judíos y disidentes alemanes) trabajaron hasta la muerte cavando primeramente los túneles y después fabricando ambos el V-1 y el cohete V-2 de Werner Von Braun bajo condiciones horrorosas.  Había más personas muertas en la construcción de estas armas que habían matado las mismísimas armas. 

En la plaza donde los prisioneros tuvieron que ponerse firmes para ser contados, a veces por horas.   El dicho dice, "En recuerdo de los seres humanos que fueron víctimas del nacional-socialismo en este lugar."

Prisioneros de Francia y Rusia en Dora-Mittelbau;
ellos recibían una rebanada de pan y un caldo aguado después de 12 horas de trabajo.

Robert Lusser era un ingeniero aeronáutico en Alemania después de la primera guerra mundial.  Mientras el regimen de Hitler tomaba el poder, el regimen era el único empleador si alguien deseaba construir cualquier tipo de aviones.  Mi abuelo era él que había solucionado los problemas para que el V-1, también conocido como el Buzzbomb o Doodlebug, pudiera caer en Londres a montones.  Al final de la visita, Suzi y yo estábamos muy felices de que el mérito NO había sido atribuido a mi abuelo por su participación crucial en la creación del V-1.  

Entrada a los túneles donde los prisioneros trabajaban y morían, y donde los V-1 y V-2 fueron construidos.

Los restos oxidados de los V-1s inacabados

Algo estupefactas de la brutalidad de Dora-Mittelbau, Suzi y yo fuimos para Peenemünde en la costa del Mar Báltico, donde los V-1 y V-2 fueron diseñados y probados, recibiendo (o eso esperamos) solo una multa por velocidad excesiva en las 6 horas del camino.  A la mañana siguiente visitamos el submarino ruso en el puerto y el excelente museo.  

Das U-Boot de Rusia

De nuevo, no había ni rastro del nombre de mi abuelo, a diferencia de Von Braun, cuyo nombre apareció en letras enormes arriba de las explicaciones detallando sus defectos morales y éticos por estar dispuesto a construir las primeras armas de destrucción masiva como participante en el régimen claramente loco incluso después de que estaba claro para todo el mundo que la guerra ya estaba perdida.

Un V-1 reconstruido, puesto en su catapulta detrás de mí

Acabamos en el aeropuerto de Peenemünde para hacer unas fotos de los sitios de prueba y salir para Berlin.  En vez de esto, conocimos a Rudolph, un ingeniero rechoncho que hizo de guía en la visita.  Él nos prometió una corta visita de 45 minutos repasando los sitios de prueba.  Rudi sabía todo—y quiero decir TODO—de estas armas de venganza.  Su visita estaba excelentemente organizada con fotos y videos antiguos que mostraban exactamente donde estaban pasando todos los eventos en este ahora-muy-tranquilo refugio de vida silvestre.  

Las ruinas de un búnker en el bosque ahora tranquilo

Rudi me muestra los sitios de prueba

Nos mostró las catapultas donde se lanzaron el V-1, incluso una foto con mi abuelo Robert Lusser en el sitio de prueba.  Él era el único que sabía cualquier cosa sustancial sobre mi abuelo, y él dijo que si, era un genio. 

Relajándome encima de una imitación de prueba para la catapulta del V-1

El V-1 y sus partes, siguiendo al ingeniero Rudi


Después de más de dos horas, salimos para Berlin, nuestra escala en camino al sur de Alemania y donde trabajaba mi abuelo después de acabar con Peenemünde.   Quedamos con varios primos en la cena—Julian, el hijo de Melinda y Mohsen; Olga Kral, de los parientes con quienes vivíamos cuando fuimos enviadas a Alemania hace muchos años para aprender la lengua materna; y Sara Grether, sobrina de mi tía de la primera camada. 

Olga, Sarah, Suzi, Julian, Vero, y Stephanie: ¡Todos primos de una manera u otra!

Pasamos toda la mañana revisando los monumentos principales, y después salimos para Bernau am Chiemsee en Baviera.  Mi abuela Hilde había trabajado en la granja Stöttnerhof cuando era una joven, y luego mis abuelos habían pasado su luna de miel en la mismísima granja, haciendo senderismo en las imponentes montañas alrededor.  Hilde había traido a sus hijos menores al Stöttnerhof para dejarles seguros y sanos y fuera de los crecientes bombardeos mientras que su marido Robert trabajaba en Berlin. 

Stöttnerhof, 1926

Stöttnerhof, 2016, después de 90 años, mejor y más grande


Suzi y yo pasamos la noche en la mismísima granja Stöttnerhof, sitio de nuestra historia favorita de la guerra contada por mi madre.  —¡Dinos como murió tu madre!—rogábamos a mi mamá cuando éramos niñas.  —Bueno, —empezaba ella, con ojos brillantes, —Estaba haciendo trenzas en el cabello de Bettie, la hija del granjero, cuando oímos los aviones.  Fuimos afuera para verlos, una “V” muy alta en el cielo…luego vimos que un avión salió de la “V”… 

Todavía se puede ver los cráteres; esto se usa ahora como estanque para truchas

Monumento conmemorativo: Granja en llamas, avión, mi abuela muerta a la izquierda
Junto a la tumba de nuestros abuelos

Las bombas pillaron el establo de las vacas, matándolas y derrumbándose las paredes del Stöttnerhof por dentro encima de mi abuela, matándola instantáneamente.  Mi tía Heide y mi tío Ulrich fueron enterrados por los escombros y rescatados justo antes de que murieran por falta de aire.  Era el 13 de marzo, 1945, solo 6 semanas antes de la rendición oficial.  Hay ahora un pequeño monumento conmemorativo al lado de la reconstruida Stöttnerhof.

Junto con Alois, el nieto del granjero que dio refugio a mis abuelos en la guerra

Las montañas de Baviera tan hermosas

Otra vez sin casa y ahora sin una esposa para cuidar a sus hijos, mi abuelo se mudó con toda la familia a un orfanato, dejando su trabajo en Berlin y pidiendo trabajo en el orfanato como un mantenedor.  Suzi y yo pasamos por el orfanato solamente para hacer unas fotos, pero allá nos encontramos con Flori, la nieta de Mamu Kronseder, la dueña y directora del orfanato.  En la memoria de mi madre, ella recordaba piojos y sarna, niños llorando, aflicción, hambre interminable, y el olor de pis y excremento, pero lo único que pudimos ver aquí era la interminable belleza de este campo precioso.

Tan bonito como en un cuento de hadas:  Samerberg, donde estaba el orfanato
Fuimos para otra granja en Baviera, esta una casa de vacaciones de nuestra familia Kral, mis parientes alemanes con quien vivimos no solo yo por un año, pero ¡También mis hermanas Suzanne y Simone en los años después!  Comimos tarta casera zwetschgenkuchen con Volker Kral y Elke, contando historias de mi abuelo y de la segunda guerra mundial. 

Una tarde soleada de primavera con Volker


Nunca tuvimos suficiente tiempo en cualquier lugar.  Volker nos invitó a cenar con ellos, lo que era muy difícil rechazar, pero ya habíamos hecho planes con Renate Schlund, la sobrina de Robert y la hija de su hermano sordo Erich.   A medida que entramos en la ciudad de Augsburg, vi el nombre Göggingen en las placas de la carretera…de donde había escuchado este nombre? Tuvimos la dirección de la casa similar al estilo Bauhaus donde nació mi madre, y por supuesto estuvimos solo a 4 minutos de distancia.  Queríamos solo pasar rápidamente para hacer unas fotos, pero cuando Suzi saltó encima de la pared del jardín para ver lo que estaba grabando nuestra cámara Go-Pro, ¡allá estaba la dueña!  Erica Kräntzle nos invitó a ver el jardín precioso entero, y pasamos además por la casa que había construido mi abuelo. 

Un diseño que parece Bauhaus, futurista en su día, ahora simplemente moderna bonita

Nuevamente construida: la casa de Augsburg, 1936

Por fin llegamos a la casa de Renate.  Ella y su marido Rudi eran (como había predicado mi tía Heide) los anfitriones más corteses del mundo, y Renate nos contó varias historias nuevas, como la tacañería de su tía Frieda, quien solía haber mandado paquetes para la navidad lleno de cosas como una taza de café con asa rota, viejos calendarios, cuchillas de afeitar oxidadas, camisetas a las que faltan botones—en resumen, todo lo que Frieda ya no necesitaba.  Tal vez habría estado bien, salvo que Frieda y su marido eran muy, muy ricos, y Erich y su familia bastante pobre debido a su sordera.

Como dijo mi tía Heide: "No vas a tener anfitriones mas corteses que Renate y Rudi."

La próximo tarde quedamos con Susi, la prima de mi madre.  Nunca había entendido bien porque no la conocí antes—ella vive solo a media hora de Stuttgart, donde viví un año entero, en camino a Tübingen, ¡donde viví otro año!  Pero mejor tarde que nunca.  Susi es la sobrina de mi abuela Hilde, del lado gitano, y así parecía, sorprendentemente joven y llena de vida y energía.  Ella y su marido Horst nos hablaron de “Die Relle,” mi bisabuela que era medio gitana y ¡nos dio un veta salvaje!

Susi Schön (un nombre adecuado, schön = bonita) con 79 años

Compartiendo la historia de la familia con mi prima gitana

Cuando ya se nos estaban acabando las pilas, llegamos a Stuttgart a la casa de Martina Kral, nuestra hermana alemana (aunque no estamos relacionadas por sangre, ¡solo por matrimonio!).  Casi toda la familia Kral vino a la casa de Martina, desde mi madre alemana Valerie (quien realmente es inglesa) hasta Rainer, el patriarca, hasta mi hermana alemana Fiona, que nos visitó desde Frankfort.  


Casi toda la familia

Nos reímos de la historia de Rainer, donde él viajó a Capetown, Sudafrica, cuando él encontró una pareja alemana mayor.  —¿De donde son?—preguntó Rainer.   Bernau am Chiemsee fue la respuesta.  —Bueno, mi primero beso era de una chica que vivió en Bernau— recordó Rainer.  —Así estaba yo muy enamorado de una chica quien vivió en la granja Stöttnerhof, cuya madre murió en un bombardeo…su nombre era Heide….—     La mismísima tía Heide que me pertenece también!  El mundo está haciéndose pequeño.

El primer beso de Rainer

Desde Stuttgart llegamos a Freiburg, donde viven las dos hermanas menores de mi madre (las dos de la segunda camada).  Mi tía Andrea, una naturópata y médico, ajustó nuestras espaldas y nos recomendó medios para quedarse con aspecto joven como ella, y además contamos varias historias interesantes de su vida con mi abuelo.

Mi tía Andrea y yo

Mi tía Sylvia y su novio Erich nos invitaron a cenar en un excelente restaurante griego, donde compartimos lo de nuestro viaje y aprendimos más de su punto de vista sobre mi abuelo.  Sylvia había hecho varias entrevistas con mi madre y sus hermanas hace una década en una investigación similar sobre la vida de su padre, y había transcrito más de 200 páginas de los grabaciones, que eventualmente estuvieron hechas un documental alemán transmitido en 2008.  Suzi lo había traducido con la ayuda de mi tía Heide, y fue fascinante escuchar lo que cada uno ha aprendido.

Mi tía Sylvia

Al final llegamos de nuevo a Frankfort para quedar con el director del documental, Benedict Burkhardt, y para visitar a mi hermana alemana Theresa, quien no estaba en Stuttgart.  Terminamos nuestro viaje en la casa de mi tío Hans, donde él y mi tía Paige (¡americana y orgullosa de serlo!) viven en Wiesbaden.  El sacó una caja de fotos y objetos de interés, cada uno con su historia.  En este momento Suzi y yo estábamos las dos exhaustas y listas para volver a casa, pero hablamos con Hans y Paige hasta tarde, demasiado interesadas en las historias y fotos para acabar. 

Objetos de interés de Robert Lusser, normalmente guardados ¡en una caja de zapatos!

Mi abuelo...un hombre complicado y paradójico.  Una cosa se puede decir--¡él no era aburrido!

Por fin fuimos al aeropuerto al día siguiente, dejando el coche, vestidas con ropa sucia, hasta el cuello con historias de Robert Lusser y contentas de estar en un vuelo a casa.   Ahora la pregunta es:  QUÉ va a hacer Suzi con todo este material que hemos coleccionado?  Adivino que tenemos que esperar para ver…


¡Qué aventura!


Robert Lusser, abuelo genio