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De verdad, ¿un erizo? ¡Pensaba que habia caballos en nuestro escudo! |
Mi
apellido, Rico, es portugués. Más
precisamente, viene de las islas de las Azores, un conjunto de islas a un
tercio del camino de Lisboa a Boston, a 1500 kilómetros de la costa de
Portugal. Mi abuelo, Manuel Rico, nació
en Stockton, California, con padres portugueses de las Azores. Su padre,
Manuel Rico, murió muy joven con 34 años después de emigrar de la isla de
Terceira. Mi bisabuela, Teresa Pereira,
también de Terceira en las Azores, se casó de nuevo con Nestor Maria de Freitas
y tuvo al menos una hija más, conocida por mí como “Aunt Lolly.”
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Unos lugareños raros de las Azores |
Tengo
solo dos historias de estos antepasados:
primero, que mi bisabuelo Néstor nadó de la isla hasta un barco
estacionado en la bahía y se escondió cuando era joven. Una vez que el barco estuvo bastante en alta
mar, apareció y le pusieron a trabajar pelando patatas hasta que llegaron a
Boston. Una vez allá, él caminó a través
de las calles, hablando portugués hasta que alguien le entendió y le ayudó. De cualquier manera él ganó suficiente dinero
para coger el tren hasta California, y allá conoció a mi bisabuela Teresa.
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Camino bonito. ¿Anduvo mi bisabuelo por este camino? |
Otra
historia que tengo de las Azores es de mi abuelo, Manuel G. Rico, quien
consiguió llegar desde estas raíces tan humildes hasta ser alcalde de su pueblo
de Tracy, California. Una vez retirado,
le entró el gusanillo de viajar, y recorrió el mundo, viajando a varios países
y mandando muñecas de cada país para mi hermana Suzi y yo, igual que a mis
primas Dawn y Dori. (Él murió muy
temprano, en 1968 antes del nacimiento de mi hermana Simone, con 61 años de
edad.) Uno de sus primeros viajes era,
en 1957, a la patria, las Azores, donde visitó el pueblo de su madre. Se reunió con varios parientes (¿tal vez la
primera vez?) y regresó con unos puñados de tierra y piedras del jardín de su
madre. Desafortunadamente ella murió
antes de que él regresara a California.
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La tierra de mis bisabuelos |
A mi
entender, ni mi padre ni su única hermana, mi tia Dolores, habían visitado las
Azores. Mi bisabuelo solía decirles de
vez en cuando, “No regreses a la patria, este lugar te haría envejecer!” Ni uno de mis cuatro primos, ni siquiera mi
primo Doug, quien ha viajado por todas partes del mundo, han visitado las
Azores. Por lo que yo sé, soy la
primera de los Ricos en regresar desde que mi abuelo estuvo en las Azores.
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Mi abuelo, el alcalde, a la izquierda |
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Tercera y cuarta generaciones de portuguesa-americanas |
No
sabía que esperar en estas islas tan aisladas.
Acurrucadas en el centro del mar atlántico, bañado por la corriente del
golfo de México, descubiertas en 1432 y establecidas por los exploradores
portugueses con ayuda de los flamencos, las aisladas islas volcánicas Azores
son verdes y cubiertas de piedras pómez negras, con muros alrededores
construidos por rocas de lava. Los
pueblos son extraordinariamente negros y blancos, un estuco brillante con lava
negra enmarcando las puertas y ventanas.
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Las aceras, los edificios, las farolas--todo blanco y negro |
El follaje es una mezcla cacofónica con pinos, palmas, arces, maleza
indígena y flores tropicales, por eso la isla tiene el sentido de ser un jardín
botánico enorme. Las hortensias bordean
casi todas las carreteras, floreciendo como explosiones de azul, rosa, y
lila.
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Una mezcla loca de vegetación |
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¡Aun hay hortensias blancas! |
Fuimos
primero al oeste de Saõ Miguel, la isla mas grande del archipiélago, hasta
Mosteiros. Luis nos dio la bienvenida a
su pequeña casa en el acantilado encima del pueblo y nos mostró el estudio,
completo con una litera doble para 4 personas.
Una cascada de terrazas procedentes de un jardín enorme corrían cuesta
abajo desde nuestro estudio hasta el mar.
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El jardín de Luis |
Llovía
y hacía frio cuando llegamos—normalmente nunca hace calor en las islas aun en
el verano, pero tampoco son muy frías en el invierno, casi nunca menos de
15˚. (Se dice que hay cinco estaciones
en las Azores, las cuatro normales y una especial, donde se puede tener verano,
invierno, otoño y primavera ¡en el transcurso de un día!) Como no hacía buen tiempo para dar una
vuelta, fuimos directamente a la piscina natural en Ferreira, solamente a 8
minutos en coche de nuestro estudio, que es calentado por los agujeros
geotermales que existen en muchas partes de estas islas volcánicas.
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El bello atlántico azoreano |
Esta cala de lava estupenda, cerrada por tres
lados con rocas enormes de lava y abierta al mar por el cuarto lado, tiene su
agua salada calentada por los agujeros.
El agua entra como parte de las olas, pasa por abajo, calienta bien, y
sube de nuevo con las olas. Podías
elegir el calor de la piscina, moviéndote más por el final de la piscina, donde
hay agua a 70˚, o poniéndote mas por el
lado del mar donde podías ir hasta mar abierto y agua a 22˚. Pasamos tres horas en la ligera lluvia
disfrutando alegremente la piscina y pasando de calor al mar frio y de nuevo al
calor. Y al día siguiente regresamos
para disfrutarla otra vez al sol (igual tan bonita, solo con mas gente).
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A algunos les gusta el calor, a otros les gusta el frio |
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Un jacuzzi de lava negra manchada de tinta |
Pasamos
el día siguiente subiendo la caldera enorme de Sete Cidades, un pueblecito
metido entre Lagoa Azul y Lagoa Verde.
La leyenda dice que estos lagos fueron creados cuando se enamoraron una
princesa y un joven pastor. El rey no lo
aprobó y ordenó que ellos se separaran.
Las lágrimas que ellos derramaban crearon los lagos, cada uno con el
color de los ojos de la princesa o del pastor.
Pudimos circunnavegar casi toda la caldera que contiene los dos lagos.
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Los lagos de lagrimas |
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Subiendo la caldera |
De
Mosteiros fuimos al nordeste a través del norte de la isla, un paisaje más seco
y plano aunque todavía verde. Pasamos
por Furnas, parando para ver las calderas humeantes y despidiendo vapor en el
centro del pueblo.
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Bueno y lleno de azufre |
Quedamos
boquiabiertos mirando a unos seis sacos de algo flotando en el agua hirviendo y
burbujeando de una caldera, cuando vino un lugareño pasando encima de la cerca
y sacando del agua los sacos…¡de maíz!
Los granos habían hecho del color del agua un amarillo intenso, y
preguntamos al lugareño que iba a hacer con el maíz. –¿Qué?—él nos preguntó. –¿No habeis visto el maíz que podéis comprar
en la plaza arriba?— Fuimos casi
corriendo por la plaza, y por supuesto allá estaba el maíz bastante azufrado y
caliente. ¡Delicioso!
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La olla de la naturaleza |
Terminamos
las vacaciones en el lado sureste de la isla, con Maria Resendes y su bonita pensión,
La Casa de María de Deus. Ella nos dio
la bienvenida a su casa, nos vistieron en batas suaves, puso toallas en
nuestros brazos, y nos mandó a Furnas, donde pasamos sin saber la bonita Poça
da Dona Beija, un balneario caliente con cinco piscinas distintas y abierto
hasta las 23:00. Nos remojamos en fuego
y azufre por unas horas y regresamos a nuestra pensión relajados y con
sueño.
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El baño de bellezas |
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Detrás de la cascada en Poça Dona da Beija |
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Probando las flores de jengibre con Maria |
Al día
siguiente María nos preparó el desayuno—unos bocadillos especiales para el día
festivo de la Asunción de María—y ella nos empaquetó también un picnic para
nuestra próxima aventura: Nadar con
delfines! Saltamos a un barco zodiac y
salimos buscando los delfines salvajes portugueses. Una vez ubicados, el capitán manejó el barco
hábilmente en la trayectoria de los delfines y nos ayudó a deslizarnos suavamente en el mar para nadar como locos en medio de los mamíferos brincandos. Solo si lo
repites 9 o 10 veces, parece de verdad que has nadado con los delfines,
aunque tienes el sentimiento de que a los delfines les parece ridículo que los humanos les persigan tan lentamente.
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Listos para Operación Delfin |
Esta
noche comimos en el restaurant de Tony, famoso por sus caldos que están cocidos
en la tierra caliente de las calderas.
El día después anduvimos por el pueblo de Nordeste y pasamos por la Serra
de Tronqueira en un camino bruto y salvaje que atraviesa un bosque
espectacular.
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Una cascada de agua templada |
El
sonido de las aves era tan encantador que tuvimos que parar el coche para
escucharlo, y después encontramos un lugar para nuestra picnic.
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El bosque misterioso |
Regresando por la tarde a la casa de María,
ella organizó un encuentro con su vecino José, que tiene una rebaño de vacas
lecheras. Por fin una oportunidad para saber
de donde viene la leche… ¡y que deliciosa es tan fresca!
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Hasta las vacas son blancas y negras |
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No es tan fácil sacar leche |
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¡Gracias por la lección, José! |
Terminamos
nuestro viaje con una noche más en la Poça da Dona Beija, y después fuimos a
Ponta Delgada, y volamos a Lisboa, donde nos esperaba nuestro “Lion Car”
fiel. El coche nos llevó sin
problema de nuevo a El Puerto (esto dice algo de un coche de 1997 que está
reparado con cuerdas de guitarra y sutura de Kevlar!). En El Puerto vinieron a visitarnos mi amiga de
largo tiempo, Jenny Israel, y sus dos hijas Jesse y Katie. Ellas llegaron con una guitarra y un ukelele, pues
por eso ensayamos unas horas y actuamos en el Bar Conxuro de Valdelagrana. ¡El
gran estreno cantando para Tia y Sasha!
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Una actuación exitosa |
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Las niñas eran las mejores |
Pero
todavía no estábamos listos con los viajes.
Estad atentos para Santiago Compostela, Porto, y las Islas Cies en la próxima
blog!
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¡Hasta la próxima, Azores! |
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